Guillermo Sunkel, representante de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), afirmó ayer, durante la II Cumbre de Viceministros de Educación de América Latina y El Caribe que el uso de las nuevas tecnologías de la información debe permitir la reducción de la brecha social dentro de las aulas con el fin de participar en el desarrollo económico de la región. Nadie duda de que la educación es el principal motor de desarrollo y la única vía para reducir la brecha de la desigualdad. Una alternativa para avanzar en el sendero del proceso enseñanza–aprendizaje son las tecnologías de la información, pero siempre y cuando éstas no se enfoquen solamente a beneficiar a las empresas y el gran capital, sino como alternativas a todas las clases sociales, especialmente a las más desprotegidas. En todo caso las nuevas tecnologías no solucionan por sí mismas el problema de la marginación: hay que enfocar todos los esfuerzos sistémicos a la educación real de personas libres, críticas, participativas y, sobre todo, conscientes de que la participación social y la articulación de propuestas desde la ciudadanías es la única vía de legitimidad a cualquier proceso. En una era en la que la tecnología y la velocidad se presentan como fines absolutos es conveniente recordar que el conocimiento sólo es posible por la acción humana, y que no será completo el desarrollo mientras uno solo de la especie no participe en conciencia del futuro de la humanidad. |
La Exclusión como manifestación, expresión y resultado de una determinada estructura social y el hacer especial hincapié en los elementos estructurales no es casual, sino deliberado, para dar a lo "externo al sujeto" el papel determinante y en ocasiones decisivo en estos procesos. Es la propia organización social la que elabora en su interior "poblaciones sobrantes".
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miércoles, 13 de abril de 2011
EDUCACIÓN Y DESIGUALDAD SOCIAL
sábado, 2 de abril de 2011
La educación transforma vidas
En el África subsahariana, uno de cada tres niños no va a la escuela, denegándole el derecho básico a la educación, dejándolos atrapados en la ignorancia, pobreza y discriminación. Ante cifras como esta la oenegé Unicef decidió actuar lanzando su programa Escuelas para África con el que pretende contrarrestar unos datos desalentadores que dibujan un negro panorama para la infancia, sin posibilidad de un desarrollo educativo y social.
Durante la primera fase, que se aplicó del 2005 a al 2009, la oenegé recaudó 50 millones de dólares para cuatro millones de niños en seis países africanos (Angola, Malawi, Mozambique, Ruanda, Zimbabwe y Suráfrica). En la segunda fase, que se extenderá hasta el 2013, con la inclusión de cinco países más (Burkina Faso, Mali, Níger, Etiopía y Madagascar), las organizaciones implicadas --cuentan con la colaboración de la fundación Nelson Mandela y de la Sociedad de Hamburgo-- pretenden recaudar 70 millones de dólares para cubrir las necesidades educativas de 8 millones de niños, en un total de 11 países.
Según explican los impulsores, la iniciativa demuestra su viabilidad en el progresivo acercamiento que han logrado al cumplimiento de los Objetivos segundo y tercero de Desarrollo del Milenio así como con sus resultados exitosos especialmente a nivel de políticas públicas, que en muchos de los estados ya están viendo como una oportunidad de intercambio y que Unicef pretende replicar en la medida de lo posible en otros países africanos.